ARTRITIS
CAPITULO V ARTRITIS
¿En qué consiste? La artritis es una enfermedad caracterizada por inflamación de una o varias articulaciones. Esta inflamación puede constituir la respuesta del organismo a una lesión (como una fractura), a una infección (ya sea vírica o bacteriana), o al desgaste gradual y progresivo de las articulaciones. La artritis también es una manifestación común de una enfermedad cutánea como la psoriasis así como de otros procesos conocidos como enfermedades autoinmunes (como un lupus). Los síntomas incluyen dolor, hinchazón y tumefacción, rigidez y enrojecimiento de las articulaciones que pueden alargarse durante más de dos semanas.
Existen más de 100 tipos distintos de artritis que obedecen a causas muy diferentes. Algunas de las más frecuentes son las siguientes:
Osteoartritis – asociada al proceso normal de envejecimiento y al deterioro articular.
Artritis reumatoidea – un trastorno autoinmune.
Artritis reumatoidea juvenil – en individuos jóvenes afectando a órganos y articulaciones.
Gota – un trastorno metabólico asociado a un exceso de ácido úrico.
La artritis séptica constituye un tipo menos frecuente de artritis pero puede ocasionar lesiones articulares severas.
Si desea más información acerca de otros tipos de artritis, visite el siguiente enlace
ARTRITIS REUMATOIDEA
En qué consiste? La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica que generalmente afecta a las articulaciones: con más frecuencia manos y muñecas, pero también codos, cuello, hombros, caderas, rodillas, y pies. La AR causa hinchazón, rigidez, dolor, y pérdida de función en las articulaciones.
Otros síntomas son fatiga, fiebre, y sensación de malestar. Mucha gente con AR desarrolla anemia. Además, la AR aumenta el riesgo de padecer osteoporosis, especialmente si se toman fármacos corticosteroides, como la prednisona. Hay muchos otros órganos que pueden estar afectados, causando sequedad de ojos y boca, así como síntomas relacionados con el síndrome de Sjögren.
En general, la artritis reumatoide se desarrolla de forma lenta entre los 20 y 45 años. Más del 75% de los enfermos son mujeres. La AR se diferencia de la osteoartritis en qué en ésta existe un desgaste de las articulaciones debido a la práctica de deporte o a lesiones. La AR normalmente afecta a las articulaciones de forma equilibrada—si se afecta una rodilla, la otra también estará afectada. La enfermedad, puede ser parcialmente hereditaria, pero existen otros factores que es posible que también influyan, actuando como factores desencadenantes del gen, como bacterias o virus. Sin embargo, no se trata de una enfermedad contagiosa. Algunos científicos creen que alteraciones de determinadas hormonas podrían potenciar el desarrollo de AR en algunas personas portadoras de genes expuestas a los agentes desencadenantes.
>>>
Pruebas relacionadas
El diagnóstico de la artritis reumatoide, en parte, se basa en la determinación del factor reumatoide (FR), en sangre, autoanticuerpo común en la gente con AR. Sin embargo, esta prueba puede ser positiva en personas que no padezcan la enfermedad.
Para el diagnóstico de AR, así como para el control del tratamiento son habituales otras pruebas, que incluyen:
Velocidad de sedimentación Globular (VSG)- evidencia la presencia de inflamación en el organismo, así como la actividad de la enfermedad
Proteína C Reactiva (PCR) —también indica presencia de inflamación, pero además evalúa la actividad de la enfermedad
<<< >>>
Tratamiento
Se utilizan distintos tipos de fármacos para el tratamiento de la AR, donde se incluyen analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), fármacos antireumáticos modificadores de la enfermedad (FARMEs), inmunosupresores, y corticoesteroides (también conocidos como glucocorticoides).
En los sujetos que sufren de AR también puede ser beneficioso aplicar cambios en la forma de vida, como realizar más ejercicio físico, comer equilibradamente, descansar, evitar el estrés, y tomar especial cuidado de las articulaciones con utensilios especialmente diseñados. La cirugía es beneficiosa en algunos casos.